La importancia del corcho en el vino

El uso del corcho en el embotellado del vino fue introducido, en contra de lo que se podría creer, ya en el siglo XIX. Se usa el procedente del alcornoque –Quercus suber-, árbol de persistente hoja y una altura no superior a los 20 metros, cuyo fruto es la bellota que, dicho sea de paso, se emplea como alimento para los cerdos ibéricos -montanera-. Por otro lado, el alcornoque es un árbol de suelos ácidos -no tolera la existencia de cal- y climas suaves algo húmedos y sin fuertes heladas. Por ello es fácil encontrarlos cerca del mar, a una altura de entre los 1.000 y los 1.300 metros.
Su distribución por la Península Ibérica comprende Portugal como principal productor, seguido de las provincias españolas de Cádiz, Lérida, Cáceres y Badajoz. El principal aprovechamiento del alcornoque es la corcha, cuyo fin es la producción de tapones, artes de pesca, aislante, etc. La extracción del material que se emplea en la industria enológica, una labor denominada pela o descorche, se hace a principios del verano en turnos de 8 a 12 años teniendo cuidado de no dañar la corteza interna o casca. La primera corcha que produce el árbol se llama bornizo y es muy irregular, sirviendo sólo para objetos bastos o aglomerados. La edad del árbol debe superar los 20 años para comenzar a dar corcha utilizable. De media se obtiene unos 30 kg. por árbol, pero depende también de las condiciones ambientales y el entorno que envuelvan al árbol.
PROCESO DE FABRICACIÓN
Para extraer el corcho se hacen unas incisiones a lo largo del tronco del árbol sin llegar a dañarlo, y se golpea para su extracción. Las planchas son de un metro de longitud y 40 centímetros de ancho, aproximadamente, y una vez extraídas, son almacenadas al aire libre para que se humedezcan con la lluvia y el raso, lo que otorgará mayor flexibilidad y manejabilidad.
En el mes de octubre se clasifica destinándose, el de mala calidad, para formar parte del denominado ‘conglomerado’, mientras que el escogido por su calidad se procesa como tapón de pieza. Las planchas son hervidas para esterilizarlo y aumentar su manejabilidad. Se hierve durante 60 minutos a 100 grados centígrados, detalle éste muy importante, ya que si la temperatura no ha sido la adecuada durante la cocción, pueden aparecer enfermedades microbianas. Posteriormente se deja reposar el corcho durante un año aproximadamente.
Transcurrido esos preceptivos doce meses, las planchas se pasan a naves de maduración durante 15 ó 20 días, con aireación para eliminar la humedad. Luego se corta las planchas en tiras con un ancho igual a la longitud que tendrá el futuro tapón. A esta fase se le conoce con el nombre de Rebanadura.
Llega el momento del troquelado, que consiste en sacar con una broca de la tira de corcho los tapones, de tamaños que varían entre los 23, 38, 44, 49 y 54 milímetros.
El siguiente paso es la esterilización de los tapones mediante substratos químicos, así como el suavizado mediante:
- Parafina, que permite la introducción fácil del corcho en la botella
- Silicona, evitando no aplicarla en exceso, ya que puede aportar grasa al vino
- Aceite, que elimina la espuma y esta contraindicado para cavas
El corcho es embolsado en envases de polietileno al vacío (bolsas).
CLASIFICACIÓN
Según tamaño ( 23, 38, 44, 49, 54 mm) de longitud
Según fabricación:
- Tapones de pieza entera
- Tapones de aglomerado
- Tapones mixtos:
- tipo cava
- tapones con plástico visible (arriba)
- tapones de corcho natural ambos lados y aglomerado en el interior
PROCESO DE EMBOTELLADO
En el proceso de embotellado del vino, la velocidad de penetración del corcho en la boca de la botella deberá ser rápida para que el corcho encaje en el cuello de la botella perfectamente. El otro detalle importante es la compresión, que deberá ser flexible para adaptarse sin romper las características del corcho.